La estética como eje rector del “Proyecto de Conservación del Gran Juego de la Pelota de Chichén Itzá”

WEBINAR DE ACCESO LIBRE:

A cargo de la Rest. Claudia Ocampo Flores. De la Sección de Conservación y Restauración del Centro INAH Yucatán.

  • Día: viernes 05 de marzo, 2021.
  • Hora: 3:00 p.m.

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Conoce más del Gran Juego de la Pelota en Chichén Itzá

Chichén Itza cuenta con trece Juegos de Pelota, pero hay uno que destaca por encima del resto por sus enormes dimensiones. De hecho, se trata del Juego de Pelota más grande de Mesoamérica; mide 166 m. de largo y 68 de ancho.

La estética como eje rector del “Proyecto de Conservación del Gran Juego de la Pelota de Chichén Itzá”
La estética como eje rector del “Proyecto de Conservación del Gran Juego de la Pelota de Chichén Itzá”

En nahuatl se le llama teotachtli o “lugar de los dioses de juego de pelota”. El nombre dado por los mayas al juego de pelota era Pok-Ta-Pok, en referencia a los sonidos que producía la pelota en sus rebotes con las paredes.

En Chichén Itzá, el campo de juego era ceremonial, de ahí su tamaño gigantesco, y en él se realizaban actividades sagradas como pedir la aparición de la lluvia o los movimientos solares.

El campo era de forma rectangular, delimitado en sus laterales por dos muros altos paralelos y, dentro de la cancha y a una altura de 7,50 m. de altura, se situaban los anillos por donde debía pasar la pelota.

Los contendientes del juego variaban su número entre 6 y 8 y portaban un cinturón de caucho (material sagrado entre los mayas), el maxtle, para protegerse las caderas, antebrazos y rodillas, pues eran estas las partes del cuerpo con que debían introducir la pelota en el aro.

El objetivo del juego era tener la pelota en movimiento permanentemente, mientras se marcaban puntos en contra del otro equipo. Se ganaba cuando la pelota era encestada en un aro de piedra o madera que existía a ambos lados del campo central y a una altura de 7,5 m. aproximadamente.

El juego está asociado al culto del Sol, que debe renacer cada día abandonando las tinieblas; el campo de juego representaba la Tierra y la pelota el Sol, por lo que aquel jugador que deja caer la pelota debe ser sacrificado ya que le había impedido salir nuevamente.

El aro representaba la apertura en la tierra que se le abría al Sol y cuando era traspasado exitosamente por la pelota finalizaba inmediatamente el juego.

En el centro de los muros laterales hay unos bajorrelieves en piedra que reflejan a trece personajes de pie, realizando trece movimientos del Sol, desde el alba hasta el ocaso. En el centro hay personajes sin cabeza y de su cuello salen siete serpientes de cascabel, simbolizando el momento de mayor energía solar, es decir, a mediodía.

La amplia superficie muraria que rodeaba el campo estaba adornada de bajorrelieves con escenas del juego y de sacrificios humanos de aquellos perdedores en él.

Los espectadores de Chichén Itzá podían observar el juego gracias a dos tribunas situadas en los laterales; la norte es especialmente interesante ya que presenta una serie de bajorrelieves con el “espíritu de la Tierra” o acto de creación de árboles, animales y flores. Adosado al muro externo se construyó el templo de los Jaguares, con magníficos bajorrelieves, que por uno de sus lados se abre directamente a la plaza del Castillo, mientras la parte superior da al terreno de juego.

En su parte baja poseía una cámara decorada con relieves en la que se exponía un trono de piedra en forma de jaguar. La sala superior se utilizaba como habitación ritual durante el juego.

Texto tomado de: artehistoria.com

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